No
era más tarde de las 6:00pm, el caos comenzaba a envenenar la ciudad de Caracas que sufría poco a poco las consecuencias de las barricadas instaladas por los
estudiantes de la ciudad. El tránsito estaba limitado, los diferentes sectores de
la ciudad estaban bloqueados por los manifestantes y sin embargo otros se veían
indiferentes frente a los acontecimientos que ocurrían en el país. Al comienzo
no era un día que se diferenciaba de los otros: desde el 12 de febrero el caos
es una costumbre, un fenómeno que ocurre alrededor de cuatro veces a la semana,
si no es un poco más o un poco menos.
Estaba a punto de salir para la
plaza Altamira, también llamada "el campo de guerra" por algunos.
Caracas es una ciudad en donde los carros, los autobuses, el metro y las motos
son el principal medio de transporte, no es común hacer un trayecto de un lugar
a otro sin usarlos. Las calles estaban bloqueadas y el paso estaba restringido.
Llegué a la plaza Altamira, mi primera mirada se dirigió hacia la abundante
cantidad de humo que se había perdido en el paisaje que dibujaba la montaña que
rodea la ciudad, el Ávila. Las barricadas prendidas en fuego, también llamadas
"guarimbas" mostraban el enojo y la molestia de los estudiantes por
el gobierno, la inflación, la inseguridad, la censura, la corrupción, la
dictadura, la escasez, la violencia, las mentiras y las injusticias. Todos
estos problemas son una generalización de las razones por las cuales la gente
está cansada de este gobierno, en donde se suman razones personales.
Es en ese contexto que se
inscribía la imagen que tenía frente a mí : los estudiantes y los adultos con
una larga bandera de Venezuela entre sus manos, sus rostros con
mascaras y lentes de natación para protegerse de las bombas lacrimógenas.
Algunos daban vueltas en bucle sin saber qué hacer, y yo seguía sus pasos tratando
de encontrar una imagen interesante para fotografiar. Fue en ese momento donde
fotografié a un estudiante frente a una guarimba,
le pregunté qué cambiaría en su país si pudiese hacerlo. Él contestó en dos
palabras que sería el gobierno. Luego me dijo que el gobierno está matando a
sus estudiantes, los cuales son el futuro del país, que sin ellos el país no
puede progresar.
Antes de terminar su respuesta las personas que estaban en la
plaza comenzaron a hablar entre sí, como si una noticia importante había sido
revelada. En ese momento no entendí de qué se trataba, pero luego escuché a un
hombre prevenir con un tono que no sabría decir si era de alivio o de preocupación
que las ballenas habían llegado. Eso era lo que estaban esperando: protestaban
para provocar a guardias nacionales (GN) para poder de esa misma manera llamar
la atención del gobierno.
Me acerqué y vi a dos jóvenes
sentados en el suelo, los saludé mientras veía al mismo tiempo la cantidad de
carpas que me rodeaban -Si pudieras cambiar algo, ¿qué sería?- les pregunté.
Se vieron con enojo y uno de ellos me respondió que en este momento, su única
respuesta aceptable era el gobierno, le pregunté cual mensaje quisieran compartir con las personas que se encuentran hoy en su casa y ven los eventos
que ocurren en el país -En primer lugar, quisiera decirles que no se quejen.
Ellos (el gobierno) están matando al
país y los están hundiendo en un agujero sin salida, pero no deben rendirse.
Todavía estamos a tiempo, no estamos como Cuba, todavía nos queda la intriga.
El objetivo está claro, ahora las personas deben seguirlo- me respondió uno de
los dos estudiantes. Fue en el momento en el que terminó de contestar mi
pregunta que finalmente me pregunto cual era su finalidad, en dónde publicaría
mis fotos y para quién trabajaba. Las personas tienen miedo de revelar su
identidad, no quieren tener un motivo más para atraer a la policía, y en ese
mismo contexto ser detenidos. Me quedé un momento rodeada de las carpas, estaba
tomando fotos mientras que el sol desaparecía poco a poco.
Finalmente regresé a mi asiento trasero
de la moto, y nos dirigimos a la autopista. Pasamos entre los carros acumulados,
no se movían, el paso restringido complicada el trayecto. Íbamos en contra del
viento que nos pegaba en los rostros debido a la velocidad a la que íbamos. Fue
en ese momento que mis ojos y mi nariz me empezaron a doler, empecé a derramar unas
lágrimas y era casi imposible mantener los ojos abiertos: la Guardia Nacional
había empezado a lanzar bombas lacrimógenas contra los manifestantes . No
obstante el hecho de que no podía abrir los ojos correctamente, logré tomar
algunas fotos acercándome al máximo con el objetivo de mi cámara a las calles
que se veían desde la autopista, en dónde estaban lanzando el gas. Indy se dirigía al lugar donde las estaban lanzando, la
complejidad de la congestión aún estaba presente y nos costó pasar entre los
carro, pero aún así, finalmente logramos llegar. Las personas que estaban en
las calles desertadas se alejaban lo más posible del lugar en donde se podía
observar el humo cubriéndose los rostros para poder respirar mejor. Mientras
nos acercábamos lentamente, el olor de las bombas se intensificó. Las barricadas
estaban encendidas y el fuego bloqueaba el camino para entrar en el corazón del
conflicto. -Levanta los pies- me dijo Indy antes de pasar entre las
llamas.
Fuimos a una bomba de gasolina, cuya estaba vacía. En frente de
nosotros había un fotógrafo que se estaba devolviendo - Ten cuidado, no te
acerques- me dijo. Miré el lugar que me estaba señalando con la mano: más de
quince oficiales estaban sosteniendo a un hombre para llevarlo con ellos, el
hombre estaba tratando con todas sus fuerzas de resistir, le tomé algunas fotos
mientras que el miedo a ser vista por uno de los policías me consumía. Hubo
un instante en que todo sucedió tan rápido que perdí el orden de los
acontecimientos. El hombre salió corriendo, todos los policías comenzaron a
perseguirlo, y mientras yo observaba y fotografiaba la escena el que manejaba Indy me dijo que iba a acercarse más. Inmediatamente me voltee y vi a un hombre
quien estaba siendo arrastrado por el piso, lo sostenían por una pierna, la
camisa se le bajó hasta su rostro y los policías empezaron a golpearlo.
Impresionada e impactada por los sucesos, tomé varias fotos -¡Cuidado! ¡Ya vienen
por ustedes! ¡Váyanse!- empezó a gritar de repente el fotógrafo. Indy aceleró mientras los policías se dirigían hacia nosotros en
sus motos. El miedo se apoderó de mí y me imaginaba sufriendo las mismas
sanciones que los otros testigos que fotografiaron los horrores cometidos por
los policías: ya veía mi cámara entre sus manos, destrozada en el piso o la tarjeta
de memoria confiscada, me golpearían o quizás sería detenida por la policía.
Fue en este momento que una de las motos nos bloquearon el paso, habían dos
policías. Uno de ellos, él estaba en el asiento de atrás me dijo que le diera
mi cámara -Yo le muestro cómo elimino las fotos- le dije. Se acercó a mi, yo
tomaba mi cámara muy fuertemente entre mis manos y le enseñaba como borrar las
fotos, una por una. Trataba de pensar en una excusa para evitar eliminar más evidencias
y pruebas de la atrocidad que había presenciado, pero él miraba cuidadosamente
las fotos desfilar en mi pantalla. Finalmente, apareció una foto de la autopista
que había tomado antes de ir a ese lugar, le dije que las otras fotos eran de
la montaña y de la autopista. No sé si me creyó o si estaba apurado y tenía que
irse, él simplemente le preguntó al conductor para cual periódico trabajábamos,
pero aquél le explicó que yo todavía estaba en el colegio, que yo no trabajaba.
-Si las personas protestaran pacíficamente, no tendríamos para tomar estas
medidas- nos dijo el colectivo antes de irse. El conductor y yo también nos
fuimos, el miedo seguía presente y no podía borrar la imagen que tenía en mi
mente -¡Lástima! ¡Lástima!- repetía Indy, lástima.
Cuando llegué a mi casa, por
primera vez no estaba ansiosa de ver mis fotos en la computadora: quería
recuperar las que había tenido que eliminar para mostrarle al mundo lo que
realmente está sucediendo en el país. Corrí a la cocina para contarle a mi
madre lo que había pasado. Teniendo en cuenta todos lo que me había pasado en el
día, ella pensó que le estaba gastando un chiste, una "inocentada" (el día de los inocentes en Francia es el
1ero de Abril). Es verdad no era el mejor día para pedir que se tomen en
serio los hechos, me dijo que ese mismo día cuatro fotógrafos fueron agredidos violentamente.
Es una pena que el país haya llegado a un punto en el que la veracidad de los
hechos no sea cuestionada por el hecho de que me haya visto obligada a borrar
mis fotos irrespetando la libertad de expresión, sino porque esa ha sido la
única consecuencia, y hubieran tenido que romper mi cámara o agredirme
violentamente.
Ese día lanzaron gases
lacrimógenos, hubo tiros de perdigones, hubo al menos 13 heridos, uno recibió
un tiro y otro sufre de fracturas reportadas por el alcalde de Chacao, Ramón
Muchacho. Hubo 15 detenidos por la policía, y varias zonas de la ciudad, como
Las Mercedes, Chacao, Los Palos Grandes, Altamira y El Rosal sufrieron una
terrible violencia y represión el 1ero de Abril de 2014.
Las fotos pueden haber sido
eliminadas por culpa de los colectivos, pero la imagen sigue grabada en mi
mente, por eso comparto esta historia con ustedes hoy, la censura nos impide
mostrar la realidad de los horrores cometidos en Venezuela. Hoy vuelvo y repito
las palabras de uno de los estudiantes que pernocta en las carpas: El objetivo
está claro, ahora tenemos que seguirlo.
-Isabel Bonnet
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